Las ciudades del Perú ante el escenario de un gobierno comunista
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Aunque el comunismo ha tenido muchas facetas y caretas en el mundo, el comunismo en Perú se ha hecho tristemente conocido por las acciones del grupo terrorista Sendero Luminoso durante la década de los 80’s y 90’s y por las recientes propuestas de un candidato presidencial que ha pasado a la segunda vuelta y quién cuenta con una propuesta partidaria comunista, quién además se atribuye el liderazgo del comunismo en el país.
Un gobierno comunista que nacionalice las empresas, que expropie la propiedad privada y restrinja el comercio exterior causará un impacto negativo muy grave en el desarrollo de las ciudades, dado que las ciudades son centros de comercio, de intercambio y de provisión de servicios terciarios. Un gobierno de este tipo empobrecería aun más las zonas marginadas de las ciudades, incrementaría la delincuencia, las invasiones y la especulación. Generando casi inmediatamente la aparición de mercados negros informales en muchas zonas de las ciudades del país. Muy probablemente en un gobierno comunista la poca planificación de las ciudades se realizaría de manera centralizada y aparentemente se daría preferencia a la colocación de viviendas, lo más probablemente mal construidas e incompletas (como el Plan Misión Vivienda de Venezuela, en el cual Chávez anunció 3 millones de viviendas para el 2019, y de los cuales no se han construido ni la quinta parte, y donde la mitad de los cubículos construidos mal llamados “vivienda” se caen a pedazos y la otra mitad están tugurizados, convirtiéndose este Plan de vivienda venezolano en uno de los casos más emblemáticos de corrupción del país).
El anuncio del gobierno comunista venezolano de regalar viviendas generó un incentivo perverso y condujo a la población a invadir calles, cerros y terrenos baldíos con la esperanza de ser beneficiados por las viviendas que les serian entregadas “gratis” solo por el hecho de ser pobres o de no tener vivienda. El anuncio de un gobierno comunista de regalar viviendas en el Perú generaría en las ciudades el mismo incentivo perverso y promovería la ocupación ilegal, disfuncional e insostenible del suelo de manera masiva y acelerada, el cual haría que las ciudades peruanas se encuentren de la noche a la mañana en un caos imposible de resolver y menos de planificar.
Nadie duda que debe haber subsidios e incentivos a grupos de menores ingresos, pero regalar viviendas de manera generalizada sería un despropósito. Pero ese no sería el único impacto negativo en las ciudades peruanas. Al anunciarse la nacionalización de las empresas, la expropiación de la propiedad privada y restricción del comercio exterior la población buscará un refugio económico, es decir, buscara que proteger los pocos activos que tiene, ya sea comprando oro, comprando dólares o comprando tierras. Esto originará que el dólar siga subiendo de precio (así como el valor del suelo) y muy probablemente el gobierno comunista intentará congelar el precio de estos, como si no existieran los mercados negros. Al subir el precio del dólar y el de los terrenos, construir nuevos proyectos en las ciudades será más caro, probablemente el triple o cuádruple de costoso, dado que no solo subirá el valor del suelo, sino que también los insumos que se utilizan para construir viviendas e infraestructura que vienen del exterior serían más caros, dado que habría restricciones de importación. Al cabo de pocos meses se verán las calles resquebrajadas y las redes saturadas dado que el mantenimiento con insumos del extranjero sería limitado.
Obviamente también desaparecerían las iniciativas privadas de proyectos urbanísticos, e incluso los proyectos privados de vivienda, que tanto beneficio han provisto a los habitantes de las ciudades y a costo de privados sin intervención ni participación Estatal. Esto significaría que muchos de los profesionales de las ramas de la arquitectura, la ingeniería y el urbanismo se quedarían sin trabajo, o estarían obligados a aceptar un trabajo por una remuneración mucho menor en alguna rama del Estado.
Este escenario, sumado al de la invasión de tierras, normalmente generado por mafias de terrenos, en este caso serían mafias lideradas por comunistas, originará sangrientas batallas campales entre propietarios e invasores, sintiéndose estos últimos legitimados en su actuar bajo el abuso de un gobierno comunista, que como se ha visto en Venezuela, no dudaría en utilizar el famoso “¡Exprópiese!” en nombre de la opresión comunista.
Desde el punto de vista ambiental, la ocupación informal del suelo urbano y peri-urbano genera daños irreparables al ambiente debido al cambio de uso de zonas ecológicamente sensibles a urbano, producto de las invasiones. Eso sin contar, que los habitantes de estas invasiones tendrán que pasar aún muchos años para contar con algún tipo de servicios. Muy probablemente, los Pantanos de Villa o los Humedales de Huacho serian urbanizados en la irresponsable y corrupta vorágine viviendista comunista. Esta situación empeoraría con los anuncios comunistas mencionados porque las invasiones de tierras y la crisis económica urbana se acrecentarían de manera acelerada.
En general, la gestión de las ciudades perdería mucha autonomía porque es conocido que los gobiernos comunistas prefieren la gestión centralizada de las ciudades, es decir, el destino de las ciudades se decidiría desde la oficina de un Ministerio o en la oficina del Presidente, lo cual atrasaría tremendamente décadas de trabajo en el fortalecimiento de las gestiones municipales y la participación ciudadana en el país, y en donde muy probablemente los proyectos urbanísticos se convertirían en prebendas o en botines de pillaje, característico de gobiernos totalitarios comunistas.
He conversado con mis colegas de la Sociedad de Urbanistas del Perú y todos coincidimos que el comunismo sería desastroso para las ciudades del país. Por ello, si quieren que las ciudades sean un mejor lugar para vivir, tengan claro que esto no podrá ocurrir en un gobierno comunista.