¿Cómo podría impactar una recesión a las mipymes del Perú?
En tiempos de incertidumbre económica, las mipymes deben adaptarse y buscar nuevas oportunidades para mantenerse a flote. La capacidad de innovar y ajustarse a las cambiantes condiciones del mercado será clave para que puedan sobrevivir en esta recesión.
La recesión económica que afecta al Perú plantea un desafío significativo para las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes). La contracción del Producto Bruto Interno (PBI) en la mayoría de los sectores ha llevado al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) a confirmar la presencia de una recesión en el país. Esto se traduce en una disminución de la producción y las ventas de las empresas, siendo especialmente perjudicial para las mipymes que enfrentan una feroz competencia informal y altos costos de financiamiento.
Es fundamental en estos momentos aminorar los efectos de la recesión y reactivar la economía. El pesimismo en la confianza del consumidor conlleva una reasignación de gastos hacia productos esenciales, lo que afecta negativamente a las mipymes. Esto se traduce en problemas de liquidez debido a menores ingresos y retrasos en los pagos a proveedores y trabajadores. En este contexto, es esencial garantizar el acceso a financiamiento para que estas empresas puedan mantenerse en una coyuntura adversa.
Es, pues, un desafío para las mipymes mantener sus operaciones durante una recesión económica. No obstante, es fundamental que estas identifiquen y capitalicen oportunidades en nichos de mercado que vayan a ser desatendidos o que no han sido atendidos de manera adecuada por las grandes empresas. Durante una recesión, los patrones de consumo y de compra se modifican como respuesta a un ingreso familiar menor, lo que puede abrir oportunidades para las mipymes. Asimismo, se debe disminuir los riesgos que puedan afectar el desempeño de los negocios, como un sobreendeudamiento, una inversión excesivamente riesgosa o una pérdida de importantes clientes. Las experiencias de crisis anteriores nos pueden dar luces de cómo se mueve el mercado, aunque hay que tener presente que no todas las crisis son iguales.
Crisis financiera 2009
En el año 2009, el mundo enfrentó la primera recesión del siglo XXI, que, además, fue catalogada en esos momentos como la más profunda de las últimas décadas. La crisis de confianza en el sistema financiero internacional provocó la brusca caída del consumo y la inversión, así como el deterioro considerable en el comercio internacional, por mencionar algunas de las dificultades que se evidenciaron.
En 2009, el Perú no cayó en una recesión, pero sí registró una marcada desaceleración de su PBI pasando de una tasa de 9,1 % en 2008 a 1,1 % en 2009, empero el consumo privado se mantuvo gracias a que siguió aumentando el empleo y así la crisis fue de corta duración.
Según el reporte de Ventas Declaradas de la Superintendencia Nacional de Aduanas y Administración Tributaria (Sunat), de un total de 33 actividades económicas de las que se dispone información, en 20 de ellas se visualizó la contracción de sus ventas en el año 2009 con respecto a 2008. Las caídas se concentraron en los sectores agrícola, minería e hidrocarburos, gran parte de la manufactura, así como el comercio automotor y al por mayor.
Entre tanto, las ventas crecieron en productos cárnicos (10 %), construcción (22,6 %), educación (21,1 %), salud (15,1 %), telecomunicaciones (6,5 %), turismo y hotelería (2,6 %). Dentro de servicios, la actividad con mayor crecimiento fue la de intermediación financiera por las políticas de facilitación del crédito de la época (22,8 %). Este sostenimiento del crédito facilitó el crecimiento del comercio minorista (3,7 %), sobre todo el referido al retail moderno, que en esos años se expandía con la apertura de centros comerciales tanto en la capital como en el interior del país.
Crisis sanitaria de 2020
Después de once años de la crisis financiera, el mundo se vio envuelto en una de las peores crisis sanitarias de la historia, no solo por el efecto en la actividad económica, sino porque cobró la vida de millones de personas en el mundo. El distanciamiento social y las medidas de contención en el caso peruano alteraron fuertemente los patrones de consumo y las operaciones comerciales que, a su vez, incidieron negativamente en las ventas de 29 de las 33 actividades económicas analizadas.
En ese periodo las únicas actividades que incrementaron ventas fueron las denominadas actividades esenciales, como aquellas ligadas al sector agropecuario (9,3 %), salud (4,4 %), elaboración de productos cárnicos (11,5 %), azúcares (12,1 %) y la generación de energía eléctrica y agua (0,3 %).
Crisis del costo de vida en 2023
En los dos últimos años, en el mundo se ha vivido una inflación elevada, la cual se viene combatiendo con alzas en las tasas de referencia de los países. En el caso peruano, se sumaron las condiciones climáticas adversas, además de la inestabilidad política y social. Según información de Sunat, durante 2023 hubo una disminución en las ventas en 20 actividades económicas con respecto a 2022, destacándose conservas y productos de pescado (-26,6 %), azúcar (-25,9 %), textil, cuero y calzado (-12,3 %), industria del papel e imprenta (-2 %), transportes (-9 %), comercio al por mayor (-2,2 %) y comercio al por menor (-1 %).
Ante la persistencia de la inflación, la reducción del poder adquisitivo de los hogares ha presionado hacia el consumo de nuevas marcas y productos que antes de la pandemia no se adquirían, primando las compras racionales y la priorización de categorías de consumo. Desde mediados de 2022 al presente, se valora más el rendimiento y menor precio por gramo a través de formatos más grandes y hay preferencia por las compras a granel.
Por otro lado, la racionalización se presenta en todos los perfiles del consumidor. Según la consultora Kantar, durante el segundo trimestre del año, la tendencia ha sido adquirir un menor volumen e incrementar la frecuencia de compra pasando de 80 a 86 veces en un trimestre. Otra de las tendencias es el consumo de segunda mano; esta preferencia se relaciona con la reducción de los ingresos y la mayor disponibilidad de productos en línea gracias a plataformas de E-commerce. En la región, la líder en esta práctica es Argentina, con un porcentaje de uso de 36 %; le siguen México, con 28 %; y Chile, con 26 %.
A nivel de compras en supermercados, los productos de marcas propias se constituyen como una alternativa de ahorro, tanto así que el Perú se posiciona como el de mayor penetración de consumo de marca propia. Una gran oportunidad para las pymes (pequeñas y medianas empresas), las que son principales proveedores de dichos productos. Según datos de Cencosud, las marcas propias representan el 12,8 % en el rubro de alimentos y 36 % en el rubro de no alimentos, superando el promedio de su participación en ventas en sus filiales de la región.
Finalmente, es importante remarcar que el principal apoyo para las mipymes es lograr la pronta reactivación económica, a partir de un trabajo conjunto del sector privado y público.
* Tomado de La Cámara