Emprendimiento femenino: ¿precariedad y sexismo?
“El 60% de las mujeres que deciden emprender abandonan el proceso, a pesar de que tanto hombres como mujeres muestran la misma intención por emprender”. Esta es una de las conclusiones que ha destacado Ana Alarcón, responsable de emprendimiento en Acción contra el Hambre. Las diferencias entre hombres y mujeres en el emprendimiento son cuantitativas, pero también cualitativas, tal y como se expone en el documento “Diagnóstico y kit de herramientas metodológicas sobre igualdad de género en el emprendimiento para jóvenes”. Esta investigación ha sido elaborada en España con el objetivo realizar un análisis de la brecha de género en el mercado laboral entre los jóvenes menores de 30 años a través del emprendimiento.
Aunque es cierto que en los últimos años se ha notado un progreso de igualdad de género en el ámbito laboral, la iniciativa emprendedora sigue un peldaño por detrás. De hecho, en el último informe se observa cómo la presencia de las mujeres en el proceso emprendedor es muy pobre, pero también en la creación del negocio y en la dirección del mismo.
Brecha de género cuantitativa y cualitativa
Esta brecha de género no solo hace referencia al menor número de emprendedoras, sino en la calidad del emprendimiento. Según el análisis, las mujeres emprenden más en el comercio minorista o en servicios orientados a otras personas. Es decir, en trabajos en los que se obtiene una menor remuneración.
El Observatorio Estatal de la igualdad en el Emprendimiento muestra cómo las iniciativas empresariales de las mujeres se basan en el sector servicios. De hecho, el 85% de las emprendedoras se concentrar en este sector, frente al 65% de los hombres emprendedores. Esto se debe a que actividades como el comercio tienen pocas barreras en entrada. Sin embargo, tienen una alta competencia, además de márgenes de beneficio muy reducidos. Por tanto, la supervivencia de estos negocios es menor.
De igual manera, las empresas creadas por mujeres se expanden más lentamente y suelen ser más pequeñas. La inversión de las emprendedoras suele basarse en mano de obra y no en capital para buscar nuevos procesos de producción, expansión a otros mercados o innovación empresarial. De hecho, tal y como se extrae del informe, las emprendedoras crear empresas con menor base tecnológica, sufriendo una menor visibilidad que dificulta su internacionalización. Los sectores de mayor impacto tienen una presencia de mujeres aún muy reducida.
Sexismo en el emprendimiento
La falta de innovación en los negocios creados por mujeres provoca que las tasas de crecimiento sean mayores en las empresas creadas por hombres. Sin embargo, el emprendimiento femenino es algo necesario en países desarrollado y en vías de desarrollo para la emancipación laboral y familiar. Incluso, en el informe se destacan las estrategias empresariales de las mujeres, que son aperturistas en cuanto a las innovaciones y a los cambios en las estructuras y relaciones laborales.
Entonces, ¿qué causas son las que provocan esta brecha de género? ¿Por qué los sectores de emprendimiento son más precarios en mujeres? En primer lugar, el documento alude a la discriminación laboral femenina. Es decir, ya en los trabajadores por cuenta ajena existe la segregación horizontal y vertical del mercado de trabajo, el techo de cristal, la brecha salarial entre hombres y mujeres, etc. Pero en el emprendimiento se añaden discriminaciones específicas.
En el documento se alude a la literatura para explicar el tema. En base a ello, se plantea el tipo ideal weberiano, es decir, qué constituye un/a buen/a emprendedor/a. en este sentido se valoran las competencias y capacidades de los hombres y mujeres emprendedores. La finalidad es determinar hasta qué punto influye el género en el emprendimiento. Hasta dónde está impregnado el rol de género imperante masculino en la figura del emprendedor.
Factores que influyen en la brecha de género en el emprendimiento
Con todo ello, la investigación sobre el género y el emprendimiento diferencia tres tipos de factores que influyen en la discriminación y barreras del emprendimiento: individuales, sociales y macroeconómicos. Aunque el estudio se basa en los dos primeros.
En el marco social, destaca el carácter sexista y las actitudes machistas del mundo empresarial. A la hora de afrontar la vida profesional (y también la personal) las mujeres tienen una autopercepción por la cual se consideran menos preparadas, o con menos aptitudes para emprender. Esto se traduce en una menor autoestima, mayor pesimismo por un mayor miedo al fracaso. Por tanto, los factores sociales se conectan directamente con los individuales.
La finalidad de la investigación es la poner de manifiesto la realidad de la brecha de género, pero también proponer cambios. En este sentido, una de las conclusiones más determinantes es que la educación empresarial comienza en os centros educativos. Es vital que desde la enseñanza obligatoria se inste a que se elimine la exclusividad masculina de los rasgos identificativos del emprendimiento. Así, la visión puramente masculina del emprendimiento se eliminaría, y habría más mujeres emprendedoras.