La silla turca: Séneca, su destierro y la actualidad
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Durante la época universitaria, tuve un gran profesor de humanidades llamado Rafael Cubas Vinatea, que nos hablaba de aspectos que no solo nos servirían académicamente, sino que además pudieran ser de referencia en nuestra vida y en las decisiones más importantes que debiéramos tomar más adelante.
En una de esas lecciones, nos habló de Séneca (1) y en muchas otras clases lo reiteró, detallándonos su historia y su triste destierro.
Pues bien, siendo joven este servidor, me llamaba la atención la manera en que el profesor Cubas describía la tristeza de Séneca y su condición de apátrida, que era para él uno de los peores castigos. Nos contaba que durante los ocho años en los que estuvo desterrado Séneca, escribió sus Consolaciones, documentos en los que plasmaba con estoicismo la forma de soportar el duro momento, buscando la paz interior y sobre todo ofrecer las disculpas a familiares y amigos, con los que sentía había fallado en algún momento de su vida.
Revisando información adicional, encontré un escrito de Lorenzo Riber (1942) a propósito del destierro de Séneca en el que dice carecer de patria, según su propia definición, era en aquel tiempo, acomodarse, adecuarse, tal vez someterse a una Roma aumentada, muy visitada y con la confluencia de gente que le llegaban de todo el orbe. Recordemos que, en ese momento, había una concepción de que estar en el primer mundo, era estar en Roma, implicando ello el sometimiento a sus costumbres, su legislación, sus reglas y el olvido de las tuyas propias.
He estado de vacaciones visitando a algunos familiares y amigos en Estados Unidos y con mucho gusto pude constatar sus éxitos en varios aspectos: personales, económicos, profesionales, etc. Cada una de las historias ha sido diferente pero siempre ha tenido como ingredientes principales: a) aceptar el desarraigo de la patria b) trabajar muy duro y c) tener la fe en que vendrán buenos resultados.
Celebro los éxitos de estas personas, que a diferencia de Séneca se enfrentaron a un destierro voluntario y que, a diferencia de Roma, tienen en EEUU un país en donde seguramente, no te van a faltar oportunidades, si así lo deseas.
Es impresionante ver en este periodo post cuarentena, el requerimiento de gente trabajadora, comenzando por empleos básicos que ofrecen USD 17 la hora más beneficios. Ese salario probablemente le permite trabajar a una persona sola y subsistir decorosamente pagándose un alojamiento y su manutención. Imaginemos qué ocurre cuando la calificación de los puestos sube, evidentemente los salarios también.
No solo hay oportunidades laborales, sino también oportunidades para que gente joven pueda estudiar y mañana más tarde lograrse un futuro que cambie su realidad actual. No dejo de mencionar cuales pueden ser las diferencias patrimoniales que se logran para dos profesionales, igualmente capacitados al cabo de 20 años, comenzando uno en EEUU y otro en la mayoría de países de Latinoamérica.
Cuando regresas al Perú y yo creo que en general a Latinoamérica, te queda esa sensación de inestabilidad, de trabas burocráticas, de falta de oportunidades, de tantas variables que no se pueden manejar, de la poca confianza que nos tenemos todos, etc.
Es por ello, que nos queda el mayor y más grande reto: construir el país que queremos, hacer de nuestro Perú, un lugar en el que todos hagamos lo que nos corresponde y cada uno cumpla sus sueños.
Con todas las cosas grandes que tiene nuestro país, no deberíamos repetir la experiencia de Séneca.
* Séneca, de acuerdo a Wikipedia, fue llamado “Lucio Anneo Séneca a (Corduba, 4 a. C.-Roma, 65 d. C.)”, conocido también como ”Séneca el Jovenpara distinguirlo de su padre, fue un filósofo, político, orador y escritor romano conocido por sus obras de carácter moral. Hijo del orador Marco Anneo Séneca, fue cuestor, pretor, senador y cónsul sufecto durante los gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, además de tutor y consejero del emperador Nerón”.